En un ecosistema donde cada señal puede hacer tambalear el mercado, una historia de Instagram es suficiente para sembrar el caos. El 8 de mayo, la cuenta oficial de ChatGPT publicó un enlace a un contrato Pump.fun, una plataforma conocida por albergar tokens efímeros y altamente especulativos. Así, el efecto fue instantáneo: sospechas de hackeo, dudas sobre la intención, desconfianza hacia los canales oficiales. Cuando la IA más influyente del momento parece señalar hacia un proyecto dudoso, la confianza se quiebra y las interrogantes se multiplican.