Mientras el planeta entero contiene el aliento ante el asombroso auge de la inteligencia artificial, la Unión Europea avanza con paso decidido. Donde otros titubean, ella legisla. Frente a los gigantes tecnológicos y a los gobiernos tímidos, Bruselas no espera ni consensos débiles ni validaciones externas. ¿Su estrategia? Regular primero, innovar después. Una apuesta arriesgada, quizás. Pero una apuesta asumida. Y sobre todo, un mensaje claro: la IA no será la jungla en Europa.