Cripto: Nvidia une a Trump, una ofensiva de encanto que funciona
En 2025, Nvidia ya no se limita a ser una máquina de capitalización. La empresa ha encontrado otra aceleración, esta vez política. Donald Trump, a pesar de la oposición de una parte de su propio bando, ha decidido abrirle una puerta muy costosa.

En resumen
- Nvidia vio dispararse su capitalización y Trump decidió convertirla en un socio estratégico, a pesar de resistencias en su bando.
- Jensen Huang consiguió acceso directo a la Casa Blanca y pesó en la batalla por exportar chips hacia China.
- Este pulso sobre el “compute” muestra cómo la política dirige la liquidez y también puede influir en los relatos del mercado cripto.
Nvidia y Trump, una alianza que sorprende a Washington
Impulsada por la demanda en inteligencia artificial y por su expansión global, Nvidia vio su capitalización dispararse hacia los 4.680 mil millones de dólares. Y a ese nivel, Washington ya no pudo apartar la mirada, cripto o no. Hace poco, Jensen Huang era casi invisible en los pasillos del poder. Luego todo se aceleró, demasiado rápido para los competidores, que aún buscan la fórmula.
El giro se encarna en un acuerdo simple de resumir y complicado de digerir, cripto o no. La Casa Blanca aprobó la exportación de chips H200 hacia China, tras intercambios directos entre Jensen y Trump. Y el Estado estadounidense recuperaría el 25 % de las ventas.
Trump incluso había dicho que nunca había oído hablar de Nvidia ni de Jensen. Sin embargo, terminó pasando por alto las voces de su coalición MAGA para permitir que la empresa avanzara. No es un gesto sentimental. Es una decisión basada en la relación de fuerzas, que los mercados, incluido el cripto, están tomando en cuenta.
Jensen Huang, el método tranquilo y el acceso directo
El punto de partida se debe a un encuentro. Howard Lutnick, secretario de Comercio, hace de enlace. Jensen obtiene un acceso al presidente que parece una línea directa, con una promesa implícita de total disponibilidad.
Lo que llama la atención es el estilo. Jensen habla poco, pero establece una lógica. Nvidia es presentada como un activo nacional, una pieza clave, casi una herramienta de soberanía. En un Washington obsesionado con China, el mensaje encaja solo.
Paralelamente, Nvidia entiende la regla no escrita del trumpismo. Se necesita algo concreto, rápido. La empresa se une a un consorcio que promete invertir 500 mil millones de dólares en Estados Unidos en cuatro años, para cumplir con el requisito de producción doméstica.
Luego vienen las imágenes, las que mantienen una relación. Cena en Mar-a-Lago, un millón de dólares por comensal. Al menos seis encuentros privados, llamadas directas, viajes con el presidente a los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Reino Unido. En julio, cumbre sobre el plan de acción en inteligencia artificial en la Casa Blanca, Trump desliza un cumplido público. Más tarde, un proyecto de salón de baile también recibe la contribución de Jensen.
Una batalla de exportaciones y una señal para el cripto
Jensen no se detiene en el ejecutivo. También presiona al Congreso. Su argumento se resume en una frase: prohibir las ventas estadounidenses no detiene a China, acelera sus alternativas. Cita a Huawei como un reemplazo ya preparado para entrar en la brecha.
Nvidia profesionaliza entonces su presencia. Tim Teter, jefe legal, lidera la ofensiva. La empresa se mantiene alejada de las grandes asociaciones, contrata a un lobbyista republicano que pasó por el entorno de Ivanka Trump, y concentra el debate en un único terreno: la exportación. Nvidia vende hardware, no modelos. Así evita implicarse en debates sobre empleo o salud mental, que afectan a las plataformas.
Enfrente, la resistencia existe. Funcionarios de seguridad nacional y think tanks se oponen. Steve Bannon critica el acuerdo H200. Elizabeth Warren denuncia una cercanía demasiado partidista. Un texto destinado a restringir los H20 fue abandonado, pero ahora un proyecto bipartidista busca limitar el margen de maniobra de la administración para aprobar estas ventas.
En esta serie, un detalle resume la relación de fuerzas. Un primer intento de relanzar los H20 preveía un impuesto del 15 % para Estados Unidos, pero Pekín rechazó estos chips menos potentes. Nvidia pivota hacia el H200, más avanzado, más deseable, más estratégico.
¿Y la criptomoneda en todo esto? No es espectadora. Cuando la política se convierte en un interruptor sobre la potencia de cálculo mundial, también influye en los relatos de mercado. El mismo capital que busca el rendimiento puede pasar de acciones a tokens y luego volver, al ritmo de las decisiones de Washington. La liquidez sigue. Y el precio, éste, nunca espera el fin de los debates.
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Fascinado por bitcoin desde 2017, Evariste no ha dejado de investigar el tema. Si bien su interés inicial era el trading, ahora trata de comprender activamente todos los avances centrados en las criptomonedas. Como editor, se esfuerza por proporcionar constantemente un trabajo de alta calidad que refleje el estado del sector en su conjunto.
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