La ruptura entre Donald Trump y Elon Musk, antaño aliados estratégicos, ahora se hace evidente. Entre críticas virulentas, acusaciones de ingratitud y tensiones presupuestarias, su enfrentamiento público revela las líneas de falla de un poder compartido entre urnas y algoritmos. Este choque, lanzado desde la Oficina Oval hasta las redes sociales, podría redefinir los equilibrios entre influencia política, ambiciones industriales y perspectivas electorales.