BRICS cuestiona el dominio del dólar en cumbre de Río

¿Puede el dólar perder su supremacía mundial? Lo que ayer era especulación hoy toma un carácter diplomático concreto. De cara a la cumbre de los BRICS en Río, las grandes economías emergentes ponen las transacciones en monedas locales en el centro de su estrategia. Este giro se inserta en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y reivindicaciones del Sur global por un sistema financiero más equilibrado. Detrás de esta dinámica se vislumbra una posible redefinición de las reglas del comercio mundial.

El comercio en monedas locales se impone como prioridad diplomática

Mientras que la hegemonía del dólar llega a su fin, Denis Alipov, embajador de Rusia en India, ha declarado que «el bloque de los BRICS es una plataforma seria para discutir soluciones comunes a desafíos mayores», durante una conferencia organizada en Nueva Delhi por la embajada de Brasil y el Centro para las Perspectivas Globales de India.

El diplomático confirmó el compromiso de Moscú con una ampliación de los intercambios comerciales en monedas nacionales, señalando que este mecanismo ya está en uso entre algunos miembros.

Asimismo, señaló para disipar las sospechas sobre una estrategia antioccidental del bloque: «la alianza de los BRICS no es un contra-bloque. Es un centro de gravitación para países en busca de respeto mutuo y no injerencia».

Por su parte, el embajador brasileño Kenneth da Nobrega también destacó la eficacia de este enfoque: «es un camino largo. Pero, ¿el comercio en monedas locales? Ya funciona».

Esta orientación estratégica busca reforzar la resiliencia monetaria de las economías miembros frente a las turbulencias del sistema dominado por el dólar. Se inscribe en un contexto de creciente cuestionamiento del orden económico mundial, alimentado especialmente por las políticas proteccionistas estadounidenses y la amenaza persistente de sanciones extraterritoriales.

En este sentido, varios puntos destacan claramente en estos intercambios diplomáticos :

• El comercio en monedas locales ya es una realidad entre algunos miembros de los BRICS, especialmente entre Rusia, India y China ;
• Esta dinámica busca reducir la dependencia del dólar en las transacciones bilaterales y multilaterales ;
• El proyecto no se presenta como un enfrentamiento con Occidente, sino como una palanca de emancipación económica ;
• La iniciativa cuenta con un amplio consenso diplomático, a diferencia de otros temas más sensibles como la moneda común o la gobernanza del bloque ;
• La integración de nuevos miembros como Irán, Indonesia o los Emiratos Árabes Unidos refuerza la legitimidad geoeconómica de esta estrategia.

Este posicionamiento coherente, expresado a pocas semanas de la cumbre de Río, marca una etapa importante en la estrategia de desintermediación financiera del bloque de los BRICS.

Asimismo, abre la puerta a discusiones más técnicas sobre la conectividad de los sistemas de pago locales y la interoperabilidad de las monedas nacionales, sin llegar a cruzar el umbral institucional que representaría una moneda común.

Una moneda común? Un proyecto aún lejano de la realidad

Si bien la idea de una moneda única dentro de los BRICS ha generado mucha expectativa, especialmente en los ámbitos cripto y económicos, las declaraciones oficiales recientes han bajado las expectativas a corto plazo.

«Las discusiones sobre una moneda común de los BRICS están en una etapa muy preliminar», afirmó Dammu Ravi, representante indio del grupo y secretario de relaciones económicas. Agregó: «por ahora, nos concentramos exclusivamente en la liquidación de intercambios en monedas nacionales. La armonización de políticas fiscales y monetarias es extremadamente difícil de alcanzar». Una posición que refleja una prudencia asumida por parte de la India, país clave del bloque.

Los desafíos técnicos y políticos son numerosos. Un alineamiento monetario requiere una convergencia macroeconómica a largo plazo, pero también una coordinación institucional que los BRICS, en su estado actual, no poseen.

Brasil lo reconoció diciendo: «una integración más profunda, como una moneda común, requiere años de alineación política». Estas palabras muestran que la ambición existe, pero que las condiciones para su viabilidad aún no están reunidas. Las divergencias económicas entre los miembros, en términos de inflación, régimen cambiario o estabilidad política, complican cualquier intento de estandarización monetaria. Incluso dentro de la Unión Europea, el proceso llevó varias décadas.

Más allá del desafío monetario, las reticencias también muestran un realismo político. Precipitar un proyecto de moneda común podría minar la cohesión del grupo. El mensaje enviado a Río es, por tanto, el de una cooperación gradual, basada en terrenos concretos de acuerdo como el comercio local, como lo demuestra la transición hacia las monedas locales, antes de abordar posiblemente una unión monetaria más ambiciosa. Desde un punto de vista geopolítico, este enfoque pragmático podría reforzar la legitimidad del bloque y evitar tensiones internas. A largo plazo, los desarrollos tecnológicos, particularmente en las monedas digitales soberanas (CBDC), podrían relanzar las discusiones bajo otra forma.