Para CZ, sin libertad de expresión, la libertad financiera es una ilusión
La libertad. Esa es una palabra que la Humanidad ha elevado durante siglos a la categoría de tótem. Libertad para pensar, actuar, comerciar. Pero en la era de las plataformas digitales, su definición vacila. Para Changpeng Zhao, conocido como CZ, es imposible hablar de libertad financiera sin libertad de expresión. Es esta convicción la que lo llevó a invertir 500 millones de dólares en X, el ex-Twitter, en nombre de un Web3 más libre… al menos en apariencia.
En breve
- CZ vincula libertad financiera y libertad de expresión, pilar de su compromiso con los criptoactivos.
- Justifica su inversión masiva en X como un acto militante por una palabra descentralizada.
- El exjefe de Binance critica el enfoque europeo, demasiado normativo y hostil a la innovación.
- X aún debe resolver un problema estructural: la invasión de bots, objetivo directo de CZ.
CZ: una cruzada por la libertad… de geometría variable
En el escenario de la conferencia Token2049 en Dubái, CZ no se anduvo con rodeos:
Para tener la libertad del dinero, hay que tener la libertad de expresión. Sin eso, ninguna otra libertad funciona.
Este credo, lo invoca para justificar su inversión masiva en X. Oficialmente, no se trata de una jugada bursátil, sino de un acto militante.
El proyecto parece casi mesiánico. A sus ojos, Twitter — renombrado X — sería el último bastión posible de un espacio digital libre, siempre que se modernice. Binance prometía desde 2022 ayudar a X a integrar el Web3, a combatir los bots, a desplegar pagos en crypto. En otras palabras, ofrecer a Musk una caja de herramientas compatible con crypto.
¿Pero en los hechos? La plataforma sigue siendo invadida por cuentas falsas, estafas en serie y spam no deseado. Por más que CZ se queje públicamente — incluso suplicó a Musk que prohibiera los bots —, su sueño de libertad digital parece por ahora atrapado en las redes del capitalismo de la atención.
¿Un compromiso ideológico o un lobby disfrazado?
El ex CEO de Binance tampoco oculta su fastidio ante la burocracia europea. «Las políticas cripto de Europa murieron antes de nacer», declaró sin rodeos. Según él, la región prefiere regular antes que innovar. En contraste, señala como modelo a los Emiratos Árabes Unidos, donde los negocios y la innovación van de la mano.
Sus críticas forman parte de una estrategia bien ensayada. Retratar a Occidente como temeroso, controlar la narrativa presentándose como defensor de la libertad y presionar a los Estados para adoptar posiciones más favorables a la industria cripto. Nada nuevo. Pero esta vez, CZ ya no tiene el mismo estatus: en 2024, se declaró culpable de lavado de dinero y cumplió una pena de cuatro meses de prisión.
Desde entonces, se presenta como asesor estratégico, especialmente para el Pakistan crypto Council, y educador a través de su plataforma «Giggle Academy».
¿Pero podemos creer que un antiguo magnate del exchange centralizado se ha convertido en un filósofo de la libertad de expresión de la noche a la mañana? Su declaración: «Creemos en emprendedores fuertes, en plataformas fuertes, en la libertad de expresión…» suena más como un pitch de inversor que como un compromiso desinteresado.
Web3 está bien… mientras se controle la narrativa
La paradoja sigue intacta. CZ critica la censura, pero quiere prohibir los bots. Defiende la descentralización, pero sigue siendo accionista influyente de una plataforma centralizada. Defiende la transparencia, pero su pasado judicial empaña su credibilidad. Y sueña con un Web3 educativo, sin decir jamás qué pasa con los datos personales de los niños formados a través de Giggle Academy.
Esta postura híbrida, entre ética y pragmatismo, refleja el espíritu actual del mundo crypto: ideales reciclados en estrategia de marketing. Claro, CZ no es el único. Musk también instrumentaliza la libertad de expresión según intereses variables. Pero ligar «libertad monetaria» y «libertad de expresión» como dos absolutos intercambiables merece debate.
En los hechos, X no ha revolucionado su modelo. La integración del Web3 sigue siendo incipiente. Los pagos en bitcoin y otras criptomonedas aún no están disponibles. Y las promesas de Binance — como la creación de un equipo dedicado a luchar contra las estafas on-chain — están tardando en concretarse.
Europa duda mientras otros construyen. Su afán por normar todo le impide innovar verdaderamente. Regula mientras otros experimentan. Y mientras CZ sueña con un Internet liberado, X, la plataforma que apoya, debe enfrentar a un enemigo bien real: una invasión de bots. Un problema tan grave que CZ ha llamado públicamente a Elon Musk para que finalmente ponga fin a esto.
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