Mientras las fracturas geopolíticas debilitan el orden monetario mundial, se produce un cambio silencioso. Los BRICS, apoyados por sus aliados, toman el control del oro. Al concentrar cerca del 50 % de la producción mundial y reforzar sus reservas, pasan de la contestación a la acción. Este realineamiento ya no es una especulación, sino que marca la aparición de un contra-poder financiero capaz de desafiar la supremacía del dólar y redefinir los equilibrios globales. El oro vuelve a ser un arma estratégica.