La economía rusa tiembla bajo el peso de sus propias fallas estructurales y de un entorno internacional cada vez más hostil. Mientras el Kremlin intenta mostrar resiliencia frente a las sanciones occidentales y las tensiones geopolíticas, los últimos informes del Banco de Rusia y del ministerio de Economía pintan una realidad mucho más preocupante. Entre el colapso de los ingresos petroleros, la explosión del déficit presupuestario y un sector privado al borde de la asfixia, Rusia se enfrenta a desafíos económicos importantes que podrían afectar profundamente su estabilidad a medio plazo.