Después de seis años de espera y millones de cuentas creadas, Pi Network comenzaba su transición hacia el mainnet con la promesa de una criptomoneda descentralizada accesible para todos. Sin embargo, a medida que la migración se acelera, una parte creciente de los usuarios se encuentra bloqueada: carteras vacías, KYC validados pero ignorados, verificaciones que fallan. Lo que debía marcar la culminación del proyecto se convierte para muchos en un callejón sin salida técnico, con dudas sobre la fiabilidad del sistema y la capacidad de la red para cumplir sus compromisos.