Tres leyes decisivas en juego durante la "Crypto Week" en Washington
La criptomoneda está en una encrucijada. Bajo los fríos neones del Capitolio, el destino de un mundo digital se juega entre tinta y cálculos. A partir del 14 de julio, Washington inicia su «crypto Week»: una secuencia parlamentaria decisiva donde se debatirán tres proyectos de ley importantes. Tres textos, tres posibles direcciones para el futuro de los activos digitales en Estados Unidos.
En breve
- El Congreso estadounidense examina tres proyectos de ley clave sobre criptomonedas, incluyendo la ley CLARITY y el marco GENIUS para las stablecoins.
- Crece la oposición a la emisión de un dólar digital (CBDC), considerado demasiado intrusivo.
- Estos textos podrían transformar la regulación cripto en Estados Unidos, pero su adopción sigue siendo incierta.
La hora de las decisiones
En Washington, el silencio nunca es neutral. Y esta semana, está suspendido en tres textos de ley. Lo que los iniciados ya llaman la «crypto Week» no parece una sesión parlamentaria cualquiera. Es un cambio de rumbo. Tres proyectos. Tres posibilidades que, si se aprueban, redibujarán el rostro de las finanzas digitales estadounidenses.
En el centro del torbellino está la ley CLARITY. Detrás del elegante acrónimo, un intento de reescribir las reglas del juego. Se acabó la prueba Howey, esa reliquia de los años 30. Lugar para un reconocimiento de las blockchains «maduros», una delegación de autoridad a la CFTC, y una visión que trata las criptomonedas como materias primas en lugar de valores financieros. Este desplazamiento semántico, casi poético, podría sin embargo romper las barreras de la regulación.
Pero en las sombras del debate, las inquietudes crecen. Elizabeth Warren da la voz de alarma, hablando de un paraíso para los gigantes tecnológicos, una pesadilla para la transparencia.
Las críticas se suceden, denunciando una huida hacia adelante legislativa alimentada por los bolsillos profundos de la Silicon Valley cripto. Y sin embargo, el impulso está ahí. Alimentado por cartas abiertas, firmas de empresarios, campañas de Stand With crypto… como si la historia quisiera escribirse a toda prisa.
El stablecoin en majestuosidad: la ley GENIUS y la ambición de un nuevo dólar
Más discreto, pero quizás más decisivo: el proyecto GENIUS. Detrás de este nombre con aire mesiánico, una voluntad firme: hacer del stablecoin no ya una experimentación, sino una norma. El texto enmarca, señala, delimita. Impone reservas, obliga a la transparencia, e intenta imponer la estabilidad como valor cardinal.
El Senado, en un raro despertar bipartidista, ya abrió el camino. El dólar, por su parte, imagina un futuro reforzado por la blockchain, respaldado por la prudencia regulatoria. El stablecoin, en el fondo, es una utopía pragmática. Ni un vuelo anarquista, ni una herramienta de vigilancia. Un punto intermedio. Una brecha donde el sistema financiero puede mutar sin explotar.
Pero nada es simple. Detrás de las garantías, persisten dudas: ¿qué consecuencias tendrá en el mercado de bonos? ¿En la influencia del Tesoro? Y sobre todo, ¿cuál será el papel de los bancos centrales en este equilibrio incierto? La ley GENIUS quiere trazar los contornos de un nuevo pacto económico. Primero tendrá que convencer de que no agrieta el antiguo.
¿No al dólar digital? La férrea oposición a la CBDC
Tercera pieza del tríptico: la ley anti-CBDC. Bajo la pluma del republicano Tom Emmer, una oposición de principio a un dólar digital emitido por la Fed. Para sus defensores, la CBDC es solo un avatar distópico de vigilancia estatal. Para sus detractores, la ausencia de CBDC es dejar el campo libre a China, al yuan digital y a las ambiciones de dominación monetaria global.
Este texto, más ideológico que técnico, refleja las profundas fracturas de Estados Unidos frente a las criptomonedas. Entre temor al control y miedo al retraso, las tensiones crecen. El Congreso duda: ¿hay que correr detrás de la innovación o mantenerla atada? La respuesta no es binaria: es política.
En el trasfondo, la idea de que todo se juega ahora. Que hay que legislar antes de que el mercado se autoinstituya. Antes de que los metaversos financieros se emancipen completamente de Washington. La cripto, esa hija turbulenta de la descentralización, llama a la puerta del Capitolio. Y exige ser reconocida o, al menos, contenida.
Epílogo incierto: un suspiro en los pasillos
En esta semana veraniega caldeada, tres leyes avanzan con pasos sigilosos pero decididos. Nada está decidido. Y quizás nada se resuelva. Pero ya el simple hecho de que estén en debate demuestra que la cripto ya no es un espejismo ni una amenaza. Es una materia para legislar, un hecho consumado.
Mientras algunos ven en esta legislación un pacto fáustico entre política y capital riesgo, otros perciben el susurro de un nuevo orden. Un orden donde la blockchain no solo desafía al sistema, sino que se convierte en una de sus piedras angulares.
El Congreso decidirá, quizás. Pero la cripto no pide permiso para avanzar. Ya sea que intenten contenerla o coronarla, se desliza entre líneas, inasible, siguiendo su camino de destellos y sacudidas.
Entre el orden antiguo y el código fuente, se dibuja un mundo nuevo, a tientas pero con una fuerza irresistible. Porque mientras los legisladores debaten a puerta cerrada, el bitcoin roza ya los 118 000 dólares, Ethereum supera los 3 000 dólares. El mercado habló antes que la ley. La promesa está en marcha. Y ya no se formula: se encarna.
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Fascinado por bitcoin desde 2017, Evariste no ha dejado de investigar el tema. Si bien su interés inicial era el trading, ahora trata de comprender activamente todos los avances centrados en las criptomonedas. Como editor, se esfuerza por proporcionar constantemente un trabajo de alta calidad que refleje el estado del sector en su conjunto.
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