Nueva ley suiza obliga a compartir datos sobre criptomonedas a nivel internacional

Durante mucho tiempo percibida como el refugio ideal para capitales en busca de anonimato, Suiza parece haber dado un giro de 180 grados. Se acabaron las cajas fuertes invisibles y las billeteras digitales a salvo de miradas indiscretas. Según las últimas noticias, el gobierno helvético está preparando el intercambio automático de información relacionada con criptomonedas con 74 países. Un nuevo estándar que podría transformar el centro financiero suizo… pero no a gusto de todos.

Suiza: un intercambio mundial de datos cripto

Suiza vs. Francia: ¿dónde es más rentable invertir? El 6 de junio de 2025, el Consejo Federal aprobó un proyecto de ley que permite la implementación del intercambio automático de información (AEOI) sobre criptoactivos. A partir del 1 de enero de 2026, los proveedores suizos deberán declarar los datos de sus clientes a las autoridades fiscales helvéticas. Estas los compartirán, desde 2027, con 74 países socios, incluyendo todos los miembros de la Unión Europea, Reino Unido y la mayoría de los países del G20.

Pero atención, solo los estados que cumplan con el Marco de Reporte de Activos Cripto (CARF) de la OCDE recibirán estos datos. Estados Unidos, China y Arabia Saudita están excluidos del acuerdo. Otra sutileza: el intercambio solo es posible si el país socio acepta la reciprocidad y cumple con los criterios de transparencia.

Desde el punto de vista legal, esta reforma requerirá ajustes en el decreto federal para alinear los mecanismos de control con los ya aplicados a las cuentas bancarias. Se trata, pues, de una completa armonización entre las finanzas tradicionales y la economía cripto.

Si este proyecto supera la etapa parlamentaria, Suiza podría convertirse en uno de los países pioneros del reporte fiscal cripto a nivel mundial.

De refugio fiscal a espejo fiscal

Este giro helvético no es casual. Refleja una transformación profunda del papel económico de Suiza en la escena mundial. Antes acusada de fomentar la opacidad fiscal, ahora apuesta por la cooperación y la conformidad internacional para restaurar su credibilidad. El objetivo declarado es claro: «responder a los compromisos de transparencia fiscal» y «crear condiciones equitativas para las empresas suizas del sector cripto».

Esta estrategia también busca contener la competencia desleal de jurisdicciones menos transparentes. A través del AEOI, Suiza se posiciona no ya como un santuario del anonimato, sino como un hub regulado. Los proveedores cripto suizos deberán recopilar nombres, direcciones, identificadores fiscales y montos en posesión de los clientes.

Si este proceso se inscribe en una lógica de armonización con la UE mediante la directiva DAC8, podría ahuyentar a algunos inversores, apegados a la confidencialidad. Otros, en cambio, aplaudirán esta puesta a nivel, que protege mejor a los actores regulados.

Una precisión que merece atención:

• 74 países socios identificados para el intercambio de datos;
• Fecha de entrada en vigor prevista: enero de 2026;
• Primeros intercambios de información: durante 2027;
• Estados no participantes: Estados Unidos, China, Arabia Saudita;
• Obligaciones de declaración directa en la UE mantenidas hasta la armonización total con Suiza.

Si bien Suiza adopta la transparencia, sigue siendo un terreno fértil para la cripto. Lugano, por ejemplo, es una vitrina de la adopción masiva de criptomonedas. Sin embargo, el Banco Nacional Suizo se muestra prudente. Ha excluido el bitcoin de sus reservas. Este contraste ilustra bien el equilibrio inestable entre innovación y ortodoxia que Suiza intenta alcanzar.