Cripto: Trump prepara una persecución fiscal a escala mundial
¿Trump ha cambiado de parecer? ¿O está jugando con un doble discurso cripto? El hombre que prometía la libertad financiera a través de los activos digitales parece hoy en una travesía regulatoria. Detrás de las declaraciones halagadoras pro-cripto, está tejiendo una red fiscal global alrededor de los ciudadanos estadounidenses. ¿Regulación o seducción: juega el presidente ambas partituras a la vez? Entre bastidores, el proyecto CARF parece gustarle. ¿Y si la caza de criptos offshore fuera el nuevo estandarte trumpista?

En resumen
- Trump prepara la entrada de Estados Unidos en la red fiscal mundial CARF para las criptos offshore.
- El plan está dirigido a cuentas digitales no declaradas detenidas en el extranjero por contribuyentes estadounidenses.
- Más de 40 países ya han adoptado este mecanismo de intercambio automático de información fiscal.
- Por ahora, la DeFi escapa a estas reglas; aún no está sujeta a ninguna obligación declarativa.
Estados Unidos, CARF y los cripto-paraisos: ¿el fin de la evasión suave?
Desde noviembre, el plan CARF está en el escritorio presidencial. Un acuerdo fiscal internacional impulsado por la OCDE y ya adoptado por más de 40 países. ¿Objetivo? Intercambiar automáticamente los datos relacionados con las cuentas cripto detenidas en el extranjero. Un FATCA versión cripto, donde Bahamas, Dubái o Singapur ya no son refugios tranquilos.
Trump abrió el camino desde julio mediante un informe de 168 páginas, afirmando que la falta de supervisión dañaría la competitividad nacional. En palabras de su administración:
Implementar el CARF desalentaría a los contribuyentes estadounidenses de transferir sus activos digitales a plataformas offshore. Implementar el CARF impulsaría el crecimiento y uso de activos digitales en Estados Unidos, y mitigaría las preocupaciones de que la ausencia de un programa de declaración podría desfavorecer a Estados Unidos o a las plataformas americanas de activos digitales.
Este proyecto también apunta a particulares que transfieren sus activos hacia exchanges extranjeros. Hay un proyecto de ley sobre la mesa del Congreso, con la idea de obligar a los ciudadanos a declarar toda cuenta digital abierta en el extranjero. Un olvido acarrearía sanciones. El mensaje es claro: no más jugar al pasajero clandestino de la fiscalidad cripto.
Los entresijos geopolíticos de una vigilancia cripto made in Trump
Este giro se inscribe en una dinámica mundial de contención de flujos opacos. Según el DOJ, las redes de estafas relacionadas con la cripto costaron 9,3 mil millones de dólares sólo en 2024. Y en rincones remotos del planeta, las cifras hacen temblar las brújulas económicas.
Algunos de estos centros de fraude son tan lucrativos que podrían representar hasta la mitad del PIB local, según las autoridades. Después de extraer las criptos de sus víctimas, los fondos son luego ocultados mediante una intrincada red de carteras offshore.
Esta lógica punitiva no sólo afecta a particulares. Los exchanges no cooperativos están en la mira. Y mientras Estados Unidos se cierra, otras potencias cripto les siguen. Japón, Francia o Alemania ya comparten datos vía el CARF. En la mira: los movimientos transfronterizos de capitales cripto.
Trump, al ponerse la ropa de regulador, parece buscar hacer limpieza sin romper la vajilla. De hecho: las reglas CARF, aunque estrictas, por ahora no afectan las transacciones DeFi. Así que se tolera una zona gris, como para no asustar a los puristas de la descentralización.
Cripto, fiscalidad e innovación: la línea de cresta de un ecosistema en tensión
Mientras los reguladores aprietan las tuercas, el debate se enciende en la industria cripto. Algunos ven una oportunidad de legitimación. Otros denuncian un control excesivo. Entre ambos, se buscan voces que encuentren equilibrio.
Entre ellas, la de Gracy Chen, CEO de Bitget, quien llama a superar la oposición frontal entre innovación y regulación:
Consideramos la revisión del proyecto CARF por parte de la Casa Blanca como un paso necesario para integrar más armoniosamente la cripto a los sistemas financieros tradicionales, fortaleciendo la transparencia y el cumplimiento fiscal para consolidar la confianza institucional y acelerar la adopción masiva.
Surge un papel de mediador entre reguladores y desarrolladores, con llamados crecientes a diseñar marcos híbridos que concilien la privacidad y las obligaciones fiscales. Este enfoque matizado podría convertirse en una fuente de inspiración para toda la industria cripto.
Lo que hay que retener
- Más de 40 países, incluidos EE.UU., planean una aplicación global del CARF desde 2027;
- En 2024, las estafas cripto causaron pérdidas por 9,3 mil millones de dólares según el Departamento de Justicia;
- Los exchanges extranjeros deberán transmitir la información fiscal de los estadounidenses al IRS;
- La DeFi permanece por ahora fuera del alcance de las exigencias CARF (por decisión presidencial).
Y como si fuera poco, la SEC de Washington acaba de golpear aún más fuerte: la cripto ni siquiera aparece en sus prioridades estratégicas para 2026. El momento de esta omisión es como una segunda advertencia. América parece decidida a redefinir las reglas del juego cripto.
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