El creador de Squid Game compara a los VIP de la serie con Elon Musk
Elon Musk ha dejado DOGE. Podría también dar la espalda a Trump. ¿El hombre que construyó un imperio con electricidad y cohetes estaría buscando mejorar su imagen? Sus empresas, empañadas por el «matrimonio forzado» entre política e industria, necesitan un lifting. Pero algo es seguro: su retirada no borra su papel en las dinámicas del poder actual. Aquí es donde interviene la temporada 3 de Squid Game, señalando a Musk, sin nombrarlo, pero encarnándolo poderosamente a través de sus VIP. La analogía no es gratuita: da en el clavo donde molesta.
En resumen
- Los VIP de Squid Game representan una élite ultrarrica ahora visible y asumida, como Musk.
- Elon Musk es descrito como omnipresente, dirigiendo empresas que influyen en todas nuestras esferas de vida.
- La votación en la serie está sesgada, espejo de una democracia atrapada por los poderosos que la escriben.
- La crítica social se ancla en hechos reales: fortunas récord, eventos extravagantes, creciente polarización mundial.
Cuando caen las máscaras, los multimillonarios disparan
En Squid Game temporada 3, nada asociado con la cripto SQUID, los VIP ya no observan. Actúan. Terminaron los palcos de terciopelo y las máscaras de animales. Los oligarcas se ponen los trajes rosas de los soldados y ejecutan ellos mismos a los perdedores. Este giro narrativo desplaza el centro de gravedad del relato: los ricos ya no son metáforas. Son cazadores visibles, armados.
Hwang Dong-hyuk no se anda con rodeos:
Las personas que controlan el sistema ya no se esconden detrás de una cortina. Se quitan la máscara como para declarar: «Somos nosotros quienes dirigimos».
En una sociedad saturada de figuras como Elon Musk, esta puesta en escena adquiere un aire de grito. El creador de la serie continúa: «Musk está en todas partes. Dirige una empresa tecnológica gigantesca y además es un showman.«
El objetivo está claro, incluso sin una cita directa.
En un tuit sarcástico, un usuario escribe: «Elon Musk es un VIP de verdad, a estas alturas«. Una frase que dice mucho sobre la porosidad entre ficción y realidad. Otros se enfadan: «Están todos locos. Ninguna de las empresas de Musk controla el mundo«. La guerra de percepciones ha comenzado.
¿Elon Musk, metáfora o modelo de los VIP de Squid Game?
Hwang se inspiró en figuras públicas concretas. Para él, la semejanza con Elon Musk surgió naturalmente al escribir la temporada 3. El creador también menciona el auge de los extremos, el colapso democrático, la hiperpolarización. La estética de la serie se funde con la realidad, hasta el punto que ya no se distingue el reflejo del original.
¿Qué choque? El placer en la violencia por parte de quienes nunca sufren sus consecuencias. Como Jeff Bezos, cuyo matrimonio de 46 millones de dólares el mismo día del estreno de la temporada 3, se convierte en una punchline macabra. 90 jets privados para un solo evento, mientras otros luchan por sobrevivir.
Las redes no han dejado de reaccionar. Entre burlas e indignación, surge una crítica: la ficción les da a los ricos una excusa para exhibirse aún más. Sin embargo, en Hwang, la intención es la contraria: alerta. Denuncia la actuación del poder.
Antes, los poderosos eran invisibles. Hoy, dicen a quién financian. Muestran su poder.
Squid Game, una serie sobre la sociedad… y sus cifras escalofriantes
La serie utiliza la votación como un espejo distorsionado de la democracia. Los jugadores votan para matar. Aquí hablamos de una elección disfrazada, sesgada, ilusoria. Las reglas son escritas por quienes nunca juegan.
Mientras tanto, en el mundo real:
- En 2020, 2.000 multimillonarios poseían 8.000 billones de dólares;
- En 2025, son más de 3.000, con un peso de 16.000 billones;
- Elon Musk solo posee 412 mil millones, más que 24 países;
- La boda de Bezos costó 46 millones, movilizó 90 jets;
- En Squid Game, los ricos disparan ellos mismos a los pobres.
La serie no fue inspirada por Musk. La predijo.
Y los tuits lo ilustran: «Squid Game cruzó la línea«, dice un escéptico. Otro se indigna: «Los VIP parecen degenerados consanguíneos«. Así de palpable es la incomodidad.
Pero a través de esta incomodidad, emerge una verdad: Squid Game no inventa nada. Observa. Y muestra. Sin tapujos.
Cuando Elon Musk quiere hacerlo todo, ser todo, estar en todas partes a la vez, olvida que ya es omnipresente. Dirige los coches del futuro, los satélites, las IA y las redes sociales. ¿Su ambición? Transformar X en una plataforma de inversión completa. A este ritmo, acabará creando el juego. O perdiéndose en él.
¡Maximiza tu experiencia en Cointribune con nuestro programa "Read to Earn"! Por cada artículo que leas, gana puntos y accede a recompensas exclusivas. Regístrate ahora y comienza a acumular beneficios.
¡La revolución blockchain y cripto está en marcha! Y el día en que los impactos se sientan en la economía más vulnerable del mundo, contra toda esperanza, diré que fui parte de ella
Las ideas y opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no deben tomarse como consejo de inversión. Haz tu propia investigación antes de tomar cualquier decisión de inversión.