La blockchain, a menudo percibida como una zona oscura propicia para actividades ilícitas, acaba de mostrar su otro rostro: una trazabilidad implacable. En marzo de 2024, el ministerio de Justicia de Estados Unidos anunció la incautación de 201,400 dólares en criptomonedas, relacionados con Hamas. Detrás de este golpe de efecto se esconden intereses mucho más amplios que la simple confiscación de activos. Entre una regulación aumentada y mitos por deconstruir, este caso plantea preguntas cruciales sobre el futuro de los financiamientos terroristas en la era digital.