En Bruselas, una lucha de influencias sutil moldea el futuro de la regulación cripto en Europa. Francia, en primera línea, pretende influir en la implementación del reglamento MiCA y posicionarse como el centro de gravedad del control de plataformas. Mientras la Unión entra en una fase crítica de armonización, París endurece su discurso y sus acciones hacia los gigantes del sector. Binance, buque insignia de los exchanges afectados, se convierte en uno de los símbolos de un pulso estratégico.