Poco a poco, pero con seguridad, el poder prepara las mentes para el fin del efectivo. Afortunadamente, siempre estará el bitcoin.
Poco a poco, pero con seguridad, el poder prepara las mentes para el fin del efectivo. Afortunadamente, siempre estará el bitcoin.
Christine Lagarde sueña con un euro digital que supere al dólar en las reservas de divisas mundiales. Estados Unidos, por su parte, apuesta por el bitcoin.
¿Y si el euro finalmente se impusiera como referencia mundial? En Berlín, Christine Lagarde sorprendió a su audiencia al afirmar que la moneda única europea podría reemplazar al dólar como pilar principal de las reservas internacionales. Detrás de esta audaz declaración, la presidenta del BCE esboza una estrategia clara: dotar a la Unión Europea de los instrumentos necesarios para tener peso financiero y geopolítico. Así, en un mundo en recomposición, esta ambición redefine las relaciones de fuerza monetarias y coloca al euro en el centro de un nuevo equilibrio global en gestación.
Las monedas digitales de los bancos centrales aniquilarían toda privacidad, pero pocos parecen preocuparse por ello. Afortunadamente, siempre existirá el bitcoin.
Christine Lagarde confirmó el lanzamiento previsto del euro digital para octubre de 2025, sujeto a la aprobación de las instituciones europeas. Esta iniciativa se enmarca en un contexto donde una encuesta reciente revela, sin embargo, un marcado desinterés de los europeos por esta moneda digital de banco central.
Mientras Estados Unidos abraza el bitcoin, Europa se estanca al seguir promoviendo la distopía del euro digital.
La integración del bitcoin en las reservas de los bancos centrales divide profundamente a los actores económicos. Por un lado, algunos gobernadores abogan por una diversificación de activos para adaptar las estrategias monetarias a un mundo en cambio. Por el otro, el Banco Central Europeo (BCE) mantiene una línea estricta y rechaza firmemente cualquier legitimidad del bitcoin como reserva de valor. Este debate ha adquirido una nueva dimensión tras las declaraciones de Christine Lagarde. Interrogada durante una conferencia de prensa, la presidenta del BCE cortó de raíz las especulaciones y afirmó que el bitcoin no cumplía con ninguno de los criterios requeridos para figurar en las reservas de los bancos centrales: "líquidos, seguros y protegidos". Esta toma de posición contrasta con la del gobernador del Banco Nacional Checo, Aleš Michl, quien está abierto a la idea de explorar nuevas clases de activos. Esta creciente divergencia ilustra la fractura entre un enfoque conservador del sistema financiero y una visión más pragmática, apoyada por ciertos decisores que buscan anticipar las transformaciones monetarias venideras.
La economía europea atraviesa un periodo de inestabilidad donde las tensiones geopolíticas se entrelazan con un marcado desaceleramiento del crecimiento. En este contexto incierto, el Banco Central Europeo (BCE) se enfrenta a un gran desafío: reconciliar la necesidad de contener la inflación con la urgencia de relanzar una economía debilitada. Para abordar estos retos, la institución dirigida por Christine Lagarde ha anunciado una nueva reducción de su tasa de interés, que se ha rebajado 25 puntos básicos al 3%. Esta decisión, la tercera de este tipo en seis meses, refleja un enfoque gradual y cauteloso. Sin embargo, esta elección desencadena críticas. Mientras que algunos celebran la continuidad de esta política, otros señalan la falta de audacia y consideran que se necesitarían medidas más ambiciosas para estimular el consumo y la inversión.
El Banco Central Europeo ha vuelto a bajar su tasa de interés. El aumento de la masa monetaria se acelerará nuevamente. Buen augurio para el bitcoin.