La bolsa tiene sus humores, pero a veces, sobre todo, tiene sus miedos. Y este viernes, el miedo se impuso sobre todo lo demás. Un ataque israelí contra Irán fue suficiente para provocar un choque inmediato en los mercados mundiales, recordando a todos que los índices nunca están totalmente desconectados del ruido de las bombas. En Nueva York, el Dow Jones cayó más de 600 puntos desde la apertura. Un colapso brutal que no se debe a la casualidad, sino a la geopolítica. En esta ecuación inestable, la volatilidad ha vuelto a ser la norma, y la bolsa, una caja de resonancia del mundo real.