Poco a poco, pero con seguridad, el poder prepara las mentes para el fin del efectivo. Afortunadamente, siempre estará el bitcoin.
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¿Y si el euro finalmente se impusiera como referencia mundial? En Berlín, Christine Lagarde sorprendió a su audiencia al afirmar que la moneda única europea podría reemplazar al dólar como pilar principal de las reservas internacionales. Detrás de esta audaz declaración, la presidenta del BCE esboza una estrategia clara: dotar a la Unión Europea de los instrumentos necesarios para tener peso financiero y geopolítico. Así, en un mundo en recomposición, esta ambición redefine las relaciones de fuerza monetarias y coloca al euro en el centro de un nuevo equilibrio global en gestación.
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Mientras las rivalidades geopolíticas resurgen, la dedolarización vuelve a imponerse como un apalancamiento de soberanía monetaria. Durante mucho tiempo a la vanguardia de esta ambición, los BRICS parecían dispuestos a desafiar el orden económico dominado por Washington. Sin embargo, un reorientación estratégica de Brasil, miembro influyente del bloque, trastoca esta trayectoria. Al descartar la idea de una moneda común, el país redefine las cartas de un proyecto ya debilitado, revelando los límites de una coordinación monetaria frente a la realidad de las relaciones de poder económicas.
Mientras las grandes potencias emergentes multiplican los llamados a reducir su dependencia del dólar estadounidense, un actor clave acaba de cerrar la puerta a cualquier intento de ruptura: India. En un contexto internacional tenso, donde las sanciones occidentales empujan a algunos países a explorar alternativas al sistema monetario dominado por el billete verde, Nueva Delhi elige jugar la carta de la estabilidad. Al afirmar que no tiene "absolutamente ningún interés" en involucrarse en una dinámica de dedolarización, India envía una señal fuerte a sus socios dentro de los BRICS y del Sur global.
A espaldas del gran público, se está llevando a cabo un cambio monetario en Europa. El dólar estadounidense está perdiendo terreno allí. Desde principios de año, empresas y fondos extranjeros exigen pagos en monedas locales, revelando una fractura estratégica en el corazón de las finanzas continentales. Este movimiento, lejos de ser anecdótico, se alinea con las ambiciones de los BRICS, decididos a erosionar la hegemonía del billete verde. Discretamente, es la propia arquitectura de los intercambios internacionales la que tambaleará, impulsada por una alianza emergente en busca de soberanía económica.
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La arquitectura monetaria mundial se tambalea sobre sus cimientos. Al reducir la participación del dólar en sus intercambios al 33%, los BRICS marcan una ruptura histórica. Su comercio se basa mayoritariamente en sus propias divisas. Detrás de este cambio, una estrategia asumida, la de fragmentar un sistema dominado por el billete verde. Ya no es una intención, es un movimiento en curso. Y redibuja los equilibrios de un orden financiero hasta ahora bajo la influencia de Washington.
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El dólar ha desacelerado, pero los mercados globales han contenido la respiración. Después de tres semanas de aumento, el billete verde cede terreno, impulsado por un informe sobre el empleo más robusto de lo esperado. Sin embargo, persisten tensiones: un crecimiento que se mantiene, tasas fijas, las incertidumbres tarifarias duraderas. Las criptomonedas no escapan a este ballet monetario. Para los traders de criptomonedas, cada sobresalto del dólar redibuja el mapa del riesgo, desplaza la frontera de la volatilidad y reorganiza las expectativas de liquidez.
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Mientras las tensiones monetarias internacionales se intensifican, China acelera su ofensiva contra la dominación del dólar. Pekín formaliza el lanzamiento de un plan estratégico para imponer su propio sistema de pago internacional. Esta iniciativa marca un giro importante en la redefinición de los flujos financieros globales, lo que refuerza la ambición china de un orden económico multipolar. Al dirigirse directamente a las redes tradicionales dominadas por Occidente, esta maniobra ahora capta la atención de los mercados, los gobiernos y las grandes instituciones financieras.
Un video viral en TikTok afirma que se habría aprobado una ley que prohíbe el dinero en efectivo en Francia. En pocos días, este clip ha reavivado las ansiedades en torno al fin del efectivo y a una sociedad completamente digitalizada. Sin embargo, esta afirmación es falsa, ya que ningún texto legal confirma tal prohibición. Detrás de este relato engañoso, hay un tema muy real que merece atención: el proyecto del euro digital promovido por el BCE, que tiene como objetivo complementar el efectivo y no hacerlo desaparecer.
Rusia, un miembro influyente del bloque BRICS, acaba de alcanzar un hito monetario histórico: en febrero, más de la mitad de sus importaciones se han pagado en rublos. Este avance estratégico, confirmado por el Banco Central, se enmarca en una ruptura clara con el sistema dominado por el dólar. Mientras las tensiones con Occidente se intensifican, Moscú reorienta sus intercambios hacia socios considerados "amistosos", lo que redefine así los equilibrios financieros globales y acelera su trayectoria hacia una autonomía económica reforzada.
Mientras las quiebras bancarias de 2023 siguen sacudiendo los mercados, el economista Peter Schiff alimenta los temores de un colapso total del sistema financiero estadounidense. Conocido por su apego al oro, advierte que una recesión de magnitud histórica está en marcha y que todos los bancos están destinados a caer. Así, este diagnóstico radical, lanzado en un contexto ya tenso, reabre el debate sobre la solidez de las instituciones financieras y la viabilidad de las políticas económicas implementadas desde la crisis de 2008.
Mientras las tensiones geopolíticas redefinen los equilibrios mundiales, los BRICS aceleran la implementación de su propia red de pagos. Liderada por Rusia, esta infraestructura busca emanciparse de SWIFT y abrir un camino financiero fuera del control occidental. El anuncio de su accesibilidad a países no miembros marca una ruptura estratégica. Más allá de una herramienta regional, BRICS Pay se convierte en un palanca de influencia global y una señal fuerte a favor de un orden monetario multipolar.
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Mientras los BRICS intensifican su estrategia de desdolarización, Pekín y Moscú dan un paso sin precedentes: el uso de bitcoin para realizar ciertas transacciones comerciales. Esta iniciativa, revelada por VanEck, marca un punto de inflexión simbólico en la internacionalización de las criptomonedas. Traduce una voluntad decidida de liberarse de los circuitos financieros dominados por Occidente, con el objetivo de conferir al bitcoin un papel geopolítico inédito. Este deslizamiento podría prefigurar un nuevo orden monetario, en el cual las criptomonedas redefinen los resortes de soberanía económica.
Kraken y Mastercard se unen para lanzar una tarjeta de débito cripto en Europa y el Reino Unido. Este anuncio ilustra la voluntad de los gigantes del sector de convertir las criptomonedas en una herramienta de pago concreta, más allá de la especulación. En un mercado bajo presión regulatoria, esta iniciativa encarna una nueva fase: la del uso y la integración real de las criptomonedas en la vida cotidiana. Es una señal fuerte en un momento en que la industria busca casos de uso tangibles y conformes.
En un contexto geopolítico en plena recomposición, dos iniciativas marcantes sacuden la hegemonía del dólar. Brasil y China toman un giro estratégico al privilegiar sus monedas nacionales para los intercambios bilaterales. Por su parte, Rusia e Irán anuncian el inicio de una nueva moneda común para eludir las sanciones occidentales. Estos movimientos distintos, pero convergentes, ilustran una voluntad compartida de los miembros influyentes de los BRICS: construir un sistema financiero menos dependiente del billete verde y afirmar una soberanía monetaria frente a las presiones externas.
En una sola sesión, el euro se disparó un 2,15 % frente al dólar, alcanzando 1,109 dólares, su mayor aumento desde 2015. Este brusco repunte supera la mecánica de los tipos de cambio. Indica una pérdida de confianza repentina en la moneda estadounidense. A través de este cambio, los mercados parecen reevaluar la relación de fuerzas entre las grandes divisas, en un contexto en el que las señales macroeconómicas y las decisiones de los bancos centrales redibujan las líneas de fractura monetaria.
En este comienzo de año bajo alta tensión geoeconómica, la dedolarización se impone como una señal fuerte de un cambio monetario global. Durante mucho tiempo relegada a un segundo plano en el debate económico, esta dinámica se intensifica a medida que la confianza en la estabilidad de los Estados Unidos se erosiona. Esta parte del dólar en las reservas mundiales declina lenta pero seguramente, una evolución vigilada por los mercados y temida por los estrategas. Detrás de este repliegue, es el orden monetario internacional el que podría entrar en una fase de recomposición.
A la sombra de las tiranías, manos tendidas reciben satoshis. La HRF siembra la luz cripto en los bolsillos invisibles de resistencias silenciosas, donde el fiat ya no pasa.
La dominación del dólar estadounidense en el comercio internacional y las reservas mundiales nunca ha sido tan cuestionada. De hecho, el Deutsche Bank está sonando la alarma sobre un fenómeno creciente: la dedolarización entre los aliados de Estados Unidos. Ante las tensiones geopolíticas y las sanciones financieras, varias naciones buscan reducir su dependencia del billete verde. Si esta tendencia se acelera, el impacto podría ser considerable, lo que alteraría el equilibrio monetario global y redefiniría las relaciones de poder dentro del sistema financiero internacional.
¿Y si la independencia ya no se lograra a través de las armas, sino a través de bloques de código? Los BRICS sueñan con soberanía en criptomonedas, Siluanov como pionero digital.
Las monedas digitales de los bancos centrales aniquilarían toda privacidad, pero pocos parecen preocuparse por ello. Afortunadamente, siempre existirá el bitcoin.
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La Unión Europea vive una revolución discreta pero tenaz. Un informe reciente de Oobit, plataforma especializada en pagos con criptomonedas, revela que el 70 % de las transacciones en cripto en su red son absorbidas por el comercio minorista, la alimentación y las bebidas. Una cifra que pulveriza los clichés sobre el uso marginal de las criptomonedas. Pero, ¿cómo explicar esta infiltración silenciosa en el día a día de los europeos? Entre adopción regulatoria y pragmatismo económico, el panorama se rediseña.
En su reciente intervención, Subrahmanyam Jaishankar se aseguró de disipar cualquier ambigüedad sobre la posición de India frente al dólar: «no hay ninguna política de nuestra parte que busque reemplazar el dólar. Al final del día, el dólar como moneda de reserva es una fuente de estabilidad económica internacional».