En este comienzo de año bajo alta tensión geoeconómica, la dedolarización se impone como una señal fuerte de un cambio monetario global. Durante mucho tiempo relegada a un segundo plano en el debate económico, esta dinámica se intensifica a medida que la confianza en la estabilidad de los Estados Unidos se erosiona. Esta parte del dólar en las reservas mundiales declina lenta pero seguramente, una evolución vigilada por los mercados y temida por los estrategas. Detrás de este repliegue, es el orden monetario internacional el que podría entrar en una fase de recomposición.