Mientras la guerra en Ucrania entra en una fase crítica, Donald Trump arroja una piedra en el estanque diplomático. El presidente estadounidense afirmó que no se tomarán nuevas sanciones contra Moscú mientras los países de la OTAN continúen comprando petróleo ruso. Esta declaración desnuda las fracturas persistentes dentro de la Alianza y reabre la cuestión de su coherencia estratégica frente a Rusia.