Frente a un déficit presupuestario colosal y sanciones occidentales persistentes, Moscú se prepara para cruzar un hito histórico: emitir por primera vez bonos soberanos denominados en yuan. Más que una simple maniobra financiera, esta decisión marca un giro estratégico hacia una desdolarización asumida y una integración monetaria reforzada con los BRICS. Apostando por la moneda china, Rusia pretende tanto estabilizar sus finanzas públicas como estructurar un nuevo circuito para sus ingresos energéticos fuera de los canales occidentales.