Mientras los BRICS intensifican su estrategia de desdolarización, Pekín y Moscú dan un paso sin precedentes: el uso de bitcoin para realizar ciertas transacciones comerciales. Esta iniciativa, revelada por VanEck, marca un punto de inflexión simbólico en la internacionalización de las criptomonedas. Traduce una voluntad decidida de liberarse de los circuitos financieros dominados por Occidente, con el objetivo de conferir al bitcoin un papel geopolítico inédito. Este deslizamiento podría prefigurar un nuevo orden monetario, en el cual las criptomonedas redefinen los resortes de soberanía económica.