Un nuevo enfrentamiento comercial se inicia entre las dos orillas del Atlántico. A través del anuncio de un arancel del 20 % sobre todos los productos europeos, Washington apunta de forma directa a las exportaciones del Viejo Continente. Francia, en primera línea, ve surgir la amenaza de un choque económico mayor. Ante la vulnerabilidad de los sectores estratégicos y las urgencias diplomáticas, París debe reaccionar rápidamente. Detrás de esta decisión estadounidense se juega mucho más que una batalla arancelaria: es toda la arquitectura de las relaciones comerciales transatlánticas la que tambalea.