Frente a la fragilización del sistema monetario mundial y a la dominación cuestionada del dólar, los BRICS avanzan discretamente, pero de manera segura hacia una alternativa estratégica: una moneda común respaldada por infraestructuras digitales soberanas. Impulsada por un bloque ahora ampliado y económicamente influyente, esta iniciativa tiene como objetivo rediseñar el equilibrio monetario global. Mientras la inestabilidad de las monedas fiduciarias se agrava, la aparición de un proyecto así interpela a mercados, instituciones y observadores: ¿es una señal contundente hacia un nuevo orden económico multipolar?