Mientras el conflicto en Ucrania se estanca, la Unión Europea cruza un umbral estratégico. El 20 de mayo, Bruselas adoptó un 17º paquete de sanciones que apunta a objetivos hasta ahora poco expuestos: la flota fantasma rusa, pilar logístico de la evasión petrolera. Esta maniobra, sincronizada con Londres, marca un punto de inflexión en la guerra económica librada contra Moscú. Al endurecer su postura, la UE busca debilitar los circuitos opacos que financian el esfuerzo militar ruso y mantener la presión sobre sus apoyos extranjeros.