Mientras las tensiones monetarias internacionales se intensifican, China acelera su ofensiva contra la dominación del dólar. Pekín formaliza el lanzamiento de un plan estratégico para imponer su propio sistema de pago internacional. Esta iniciativa marca un giro importante en la redefinición de los flujos financieros globales, lo que refuerza la ambición china de un orden económico multipolar. Al dirigirse directamente a las redes tradicionales dominadas por Occidente, esta maniobra ahora capta la atención de los mercados, los gobiernos y las grandes instituciones financieras.