La fusión entre tecnología y poder es una ecuación que Elon Musk parece haber convertido en su campo de juego. Desde el control de Twitter (ahora X) hasta las iniciativas espaciales con SpaceX, el multimillonario ha multiplicado sus incursiones en esferas tradicionalmente reservadas a los Estados. Su última iniciativa, desafiar el sistema de pagos del Tesoro estadounidense, no le ha salido bien esta vez. Lo que debía ser una operación de transparencia en la gestión de los flujos financieros se ha transformado en un enfrentamiento legal sin precedentes, que cuestiona la legalidad de tal control. Ante la polémica y los riesgos de divulgación de información sensible, la justicia ha decidido y ha impuesto una prohibición inmediata a Musk y sus colaboradores.