El panorama monetario mundial está en plena transformación. Mientras la influencia del dólar estadounidense tambalea bajo el peso de las tensiones geopolíticas y de políticas económicas agresivas, los BRICS están a punto de redefinir las reglas del juego. Están trabajando para lanzar una nueva moneda de reserva, un proyecto audaz que podría sacudir la supremacía del billete verde y redistribuir las cartas de las finanzas internacionales. Frente al impacto de las sanciones económicas, las guerras comerciales y una dependencia considerada excesiva del dólar, estas potencias emergentes se agrupan para afirmar su soberanía económica. Pero esta nueva moneda, concebida como una alternativa directa al sistema financiero dominado por Estados Unidos, genera tanto esperanzas como dudas.